sábado, 19 de noviembre de 2016

Garci Pérez de Vargas. La épica en la Reconquista de Sevilla.

"Hércules me edificó, Julio César me cercó de muros y torres altas, y el rey santo me ganó con Garci Pérez de Vargas." dice una placa en la Puerta de Jerez. Hoy hablaremos sobre otro personaje relacionado con la Reconquista de Sevilla, y representado en una de las cuatro estatuas pétreas en el monumento a San Fernando: Garci Pérez de Vargas.


Garci Pérez de Vargas en
el Monumento a San Fernando en la plaza Nueva.

Se conocen pocos datos en cuanto a fechas, si bien sabemos que nació en Toledo, siendo hijo de un caballero llamado Pedro de Vargas, descendiente de los visigodos que quedaron en tal ciudad cuando la Península Ibérica fue invadido por los musulmanes en el 711.

Garci Pérez de Vargas fue uno de los caballeros castellanos que acompañaron al rey San Fernando en la Reconquista de Córdoba y Sevilla. Algunos autores, en especial Manuel G. Ponce, en su libro "Cosas de Sevilla", lo designan como "lugarteniente y brazo derecho" de San Fernando.

Placa en la Puerta de Jerez donde
 se hace referencia a la participación de
 Garci Pérez de Vargas en la Reconquista de Sevilla.
De nuestro caballero en cuestión son conocidas dos épicas anécdotas que tienen lugar en las inmediaciones de la mora Isbylia, previas a su reconquista:

La primera de ellas narra como un caballero, descendiente de la dinastía de los Mariño, criticó el deteriorado estado de su escudo. Cómo pretexto uno de de estos caballeros "criticones" le retó a salir al combate contra los moros, demostrando Garci Pérez de Vargas su arrojo y valentía, por lo que tal caballero tuvo que disculparse, y reconocer que el estado del escudo de nuestro personaje de hoy, no era más que el fruto de la lealtad que Garci Pérez de Vargas profesaba hacia el Santo Rey Fernando III en el combate.

La segunda de las anecdotas, narra como Garci Pérez deVargas y otro caballero se iban a incorporar en la escolta de los forrajeadores en la dehesa de Tablada. Mientras tanto, se encontraron con siete caballeros moros. Sintiendo miedo, el caballero anónimo se marchó, dejando solo a Garci Pérez. Garci Pérez, haciendo alarde de su valentía castellana, se colocó sus armas y armadura, pasando por entre los caballeros moros, los cuales no se atrevieron a hacerle nada. Cuenta la anécdota que de todo ellos fue testigo el rey Fernando, el cual preguntó al protagonista de la anécdota la identidad del caballero que lo abandonó (imaginamos que para pedir explicaciones por tan cobarde actitud), quedando callado Garci Pérez de Vargas (por misericordia, quizás).

Garci Pérez de Vargas es, sin duda, el más literario de los personajes históricos de los que trataremos en esta serie de artículos. Aparece en la Estoria de España, de Alfonso X el Sabio, en la Crónica abreviada, y en el ejemplo XV del Conde Lucanor, ambas obras del infante don Juan Manuel (sobrino de Alfonso X). También es mencionado por Cervantes en Don Quijote de la Mancha


Armas de Don Juan Manuel, infante de Castilla.
 Sobrino de Alfonso X el Sabio, y autor
 de la "Crónica abreviada" y del "Conde Lucanor",
donde aparece Garci Pérez de Vargas.
Garci Pérez de Vargas se retiró en su vejez a Mazarambroz, en su tierra toledana, donde falleció...

viernes, 18 de noviembre de 2016

Ramón de Bonifaz, primer Almirante de Castilla.


Seguramente, cualquier persona que viva en la ciudad de Sevilla, o que haya tenido el placer de visitarla, ha pasado por la plaza Nueva: ha disfrutado de los bellos edificios que la rodean (sobre todo de su Ayuntamiento), ha parado en la Capilla de San Onofre, ha charlado tranquilamente en sus bancos o ha comprado en los negocios de sus alrededores. Pero sobre todo, cualquiera que haya pasado por esta céntrica plaza, se ha fijado en el majestuoso monumento que hay en el centro de la misma.


Dicho monumento, inaugurado en 1924, consiste en una estatua ecuestre del Rey San Fernando, realizada en bronce, con un gran pedestal de estilo neogótico con cuatro estatuas de piedra. Con motivo de la cercanía del aniversario de la Reconquista de Sevilla por las tropas cristianas (23 de noviembre, festividad de San Clemente, de 1248), analizaremos los personajes que en este monumento están representados, y que tan importantes son para la Historia de nuestra ciudad.


El primer personaje es don Ramón de Bonifaz y Camargo, creador de la Real Marina de Castilla, y su primer almirante, nacido en Burgos, según la Crónica General de Alfonso X, en 1196.


Estatua de Ramón de Bonifaz
en el monumento a San Fernando 

en la plaza Nueva.

Hacia 1245, fue presentado al Rey Fernando III en Burgos, el cual, al saber de las dotes marineras de Ramón, le encargó a principios de 1247 la disposición de una flota, en los puertos del norte (ver abajo el escudo de la Villa de Laredo) de la península, que apoyara a las tropas castellanas en la reconquista de Sevilla.

Lista tal flota, que contaba con trece naves de vela y cinco galeras, el Almirante Bonifaz se presentó en la desembocadura del Guadalquivir a principios de agosto de 1247. Allí derroto a la flota de Abu Qabl, que pretendía bloquearle el paso por el río hasta Isbylia.

Sevilla estaba cercada por las tropas cristianas, pero la llegada de suministros a la ciudad desde el Aljarafe, entre otros motivos, dificultaba su toma por parte del Rey Fernando. La hazaña de nuestro personaje, Ramón de Bonifaz, tuvo lugar el 3 de mayo de 1248, y consistió en la rotura del puente-barrera de barcas que comunicaba la ciudad de Sevilla con el arrabal de Triana. Una vez roto el puente, los suministros desde el Aljarafe se vieron cortados, y las tropas musulmanas de Sevilla, poco a poco diezmadas. Además, el puerto de Sevilla quedó a merced de los barcos castellanos...

Representación de la operación naval del Almirante Ramón de Bonifaz y la flota castellana en Sevilla.


Más adelante, en otros artículos, comentaremos la vinculación que tuvo el Almirante Ramón de Bonifaz con Sevilla, posteriormente a su reconquista definitiva.


Escudo de la Villa de Laredo,
donde está representada
la Torre del Oro
y la flota castellana.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Bajo tu Amparo... (I)






Y el martillo sonó tres veces entre el silencio de la Real Parroquia. Ismael Vargas, el capataz, se disponía a llamar a un costalero anónimo de los que entre las trabajaderas se encontraban. "Venga de frente..." ordenaba con autoridad cuando el paso se disponía a andar soberbio, buscando la nave central del templo sevillano. 







































Las miradas dentro de la parroquia reflejaban emoción y devoción. Emoción por la llegada de lo inminente, lo majestuoso, lo solemne (aunque solemnidad aquí no falta en todo el año), y devoción hacía lo bello, hacia lo puro, hacia lo maternal. En definitiva, devoción hacía María, cuyo Amparo se derrama año tras año llenando de emoción las calles de la collación de la Real Parroquia de Santa María Magdalena.

Hacia las 18:00 del domingo, la cofradía salía a la calle encabezada por una cruz dorada y barroca erigida sobre las armas del Corona de Castilla, símbolo del Real título de la Parroquia, alzada por un acólitos cruciferario y flanqueada por dos faroles. Tras esta, tramos de hermanos con cirios dan paso al majestuoso simpecado de gala, bella obra bordada de estilo neoclásico con reminiscencias barrocas, hecho en el taller de bordado de Francisca de Paula Zuloaga en el año 1807, que no es más que un adelanto de la grandeza de lo que se aproxima...




al fin, una tiniebla de incienso escapa por la puerta por la que ha salido el cortejo. Entre la nube, salen los cirial y el pertiguero. Luego los acólitos turiferarios y sus asistentes. y de nuevo: "venga de frente". Los respiraderos del paso dorado empiezan a brillar asomándose por entre la penumbra. "No corred", suena imperativa la voz del capataz.















































El recio paso dorado, estrenado en 1927 y que porta a la Virgen del Amparo, ya está en la calle. Sus cuatro candelabros de guardabrisas en forma de arbotantes, rematados con faroles de orfebrería, recios y estáticos, realzan la sublime imagen de la Virgen del Amparo, que ya mira desde su peana neoclásica de 1831 a sus fieles, que se agolpan en la calle Cristo del Calvario implorando plegarias.

Realizada la primera revirá, la música suena, los rayos de la ráfaga vibran, los fieles rezan... no hay combinación más perfecta. La emoción y la devoción que antes mencionábamos se hacen patentes en el ambiente. No cabe más romanticismo. Más sabor a esencia añeja... Amparo es la fe de una feligresía. Es Amor a María. Amor que juraron profesar allá por 1755 los fieles de la collación de la Magdalena, motivamos por la maternal protección de María que hizo que no sufrieran los estragos del terremoto de Lisboa. Amor que como legado llega a nuestros días, custodiado con celo por una Hermandad. Amor que el domingo procesó Sevilla, y que siempre procurará honrar. Amor nuestro, amor a María Santísima; amor de Ella, amor a nosotros sus hijos.

Siempre bajo tu Amparo...